INDUMENTARIA TRADICIONAL DEL VALLE DEL ERIA

En el Valle del Eria se vistieron con profusión los rodaos verdes y rojos. Muchos de los trajes conservados en este valle incluyen prendas de clara influencia maragata.

En cuanto a los aderezos, son frecuentes las piezas de plata de grandes dimensiones (arracadas de calabaza, candaos, bollagras gigantes, cristos preñados, patenas, etc.).

Rodao antiguo de estameña, de color amarillo huevo, recuperado por Mari Tere L. Guerra. El rodao se ha combinado con un mantón de tiber y un pañuelo de cabeza de lana fina en tonos granates y rosados, formando un conjunto dotado de gran calidez y armonía cromática. 

Camisa bordada, manufacturada en lino muy fuerte, del que se utilizaba para hacer quilmas (las quilmas son los sacos recios, de gran tamaño, donde se guardaba la harina procedente de la molienda).

El mandil, bordado con lanas, además de motivos florales y de animales, incorpora el nombre de su propietaria, siguiendo una costumbre que tuvo notorio arraigo a lo largo y ancho de toda la comarca benaventana.

El traje se completa con zapatos negros de tacón, medias de hilo blanco, un collar de cuentas de coral y unos sencillos pendientes.

Rodao antiguo de estameña, datado a principios del siglo XIX. Está engalanado con un contrastado picado en negro, complementado con adornos en rojo, de paño unos motivos y otros de seda. Debajo de la mano derecha de la moza, medio oculta por el sobrio mandil de lana, se entrevé la faltriquera, que hace juego con el rodao.

La camisa o blusa es de seda fina color rosa palo, con lorcitas finas en los delanteros.

La moza calza zapato negro de fiesta y medias de hilo blancas. Como remate, se adorna el pelo con unas antiguas cintas de seda ancha y muy vistosas, en color anaranjado, también denominadas colonias, y luce grandes pendientes semicirculares típicos denominados candaos.

Se trata de un conjunto muy elegante, reservado para las ocasiones más señaladas.

Rodao negro pardo de paño un poco grueso, reciclado por su propietaria a partir de retales antiguos. La severidad del color del roado se ha contrarrestado con la adición a la pieza de anchas cintas de terciopelo, así como con los adornos de abalorios, lentejuelas y pasamanerías que incorpora.

La fotografía permite apreciar con detalle la original faltriquera de ganchillo que luce la moza. Se trata de una pieza bastante antigua, ajedrezada en rosa y verde muy pálido, a tono con el mandil, que es de seda tornasolada en rosa.

Blusa de seda en color malva, decorada con motivos geométricos en distintas tonalidades del mismo color y rematada con un delicado cuello de encaje blanco. Mantón de seda antiguo bordado con motivos florales.

El atavío de la moza se completa con calzado festivo, medias de hilo blancas y cintas del pelo antiguas en color rosa pálido.

Como aderezos, un collar de corales y otro de plata, de los que penden diversas medallas y cruces también de plata, al igual que los pendientes.

Rodao antiguo de paño fino en tono verde oscuro, profusamente engalanado con cintas de terciopelo y de agremanes, intercaladas con adornos de azabache muy bellamente dispuestos.  La calidad de los aderezos descritos, en tiempos fuera del alcance de la mayor parte del paisanaje, indica que la prenda perteneció originalmente a una familia acomodada.

La moza cubre su torso con una blusa de fina seda amarilla con motivos de lorzas, que otorgan una gracia especial a los delanteros, rematada con un bonito cuello de encaje.

El conjunto se completa con un mandil de lana, pañuelo de tiber para la cabeza, zapatos negros de tacón y medias blancas de hilo.

Como único adorno, aparte de la original botonadura de la blusa, la moza luce un par de grandes pendientes de los denominados de rueda de carro o candaos.

Trajes como el reproducido y otros similares, fueron habitualmente vestidos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX por mozas de las localidades del Valle del Eria para asistir a la iglesia los domingos y festivos.